Opinión: Educación, inclusión y equidad social

Por: Ivania Mijic, Jefa de la carrera Técnico en Educación Especial, CFT Santo Tomás Rancagua.

“Vengo de Chile… El bajo Chile anónimo, actores secundarios en un filme antagónico… del montón de poblaciones que nacieron de los mismos pobladores… donde hay menos escuelas que botillerías… Ese Chile de liceos industriales, particulares, subvencionados y municipales. El de universitario endeudado que tienen que pagar como dos carreras más de las que ha estudiado… Donde hay menos escuelas que botillerías, el Chile de mis secuelas, de mis penas y de mis alegrías… Vengo de Chile común y corriente…” (Portavoz – Jorge Ferrer Millanao).

Históricamente, la segmentación social ha sido la piedra angular del sistema de educación pública en Chile. Por una parte, por ser un modelo centralizador y homogeneizador caracterizado por reproducir el canal preparatorio para las distintas labores productivas por sobre el desarrollo integral de las personas y, por otra, por convertirse en un importador mecánico de modelos curriculares, pedagógicos y administrativos.

Una serie de especialistas y personas de connotación pública dan sus puntos de vista del problema presentado. Todas las situaciones de conflicto dicen relación con la inequidad, injusticia social y disparidad socioeconómica con sus correspondientes implicancias políticas. “Aunque la pobreza ha disminuido en el país, la distancia entre ricos y pobres sigue siendo muy importante. Tanto es así, que un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico” (Gallego F., Hodge C., Larrañaga O. y Martínez C., 2023).

La desigualdad socioeconómica no sólo se manifiesta en las diferencias de ingresos, sino también en otras dimensiones de la vida, menoscabando la dignidad de las personas. Por ejemplo, los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) mostrados al inicio del presente año evidencian la cruda realidad: las brechas por género o tipo de establecimiento (público, particular subvencionado y particular pagado) no disminuyeron: de 100 instituciones educacionales, 50 colegios particulares obtienen los mejores resultados y sólo 3 pertenecen a escuelas públicas.

Chile, además de ser uno de los países más mercantilizados en el mundo con relación a la educación, ha promovido una escuela segregadora, elitista y castigadora: “Los ricos estudian con los ricos y los pobres estudian con los pobres”. Gabriel Salazar (2015) hace un llamado a nuestra sociedad, señalando que debemos comprender que la educación no sólo consiste en transmitir ciencia sino en transferir cultura y capacidades a las comunidades para que resuelvan sus problemáticas locales. La demanda popular asociada al “cambio” emana de una misma situación de marginalidad y exclusión y exige una actitud asertiva y soberana para resolverla. Las diferentes propuestas pedagógicas levantadas desde una sociedad civil tienden a confluir hacia estrategias emancipadoras articuladas por diferentes actores (formales y no formales). No obstante, no basta con sostener un “buen” proyecto pedagógico si en las coyunturas donde se abren oportunidades para la transformación social no hay posibilidad de contar con un respaldo político real y una activa participación democrática de todos los sectores de nuestro país.

Tareas pendientes ¿Por dónde avanzar?
Por todas las razones mencionadas es imperativo que Chile se comprometa de manera decidida a abordar y disminuir las disparidades en las próximas décadas.
1. Es fundamental tener en cuenta que las disparidades socioeconómicas pueden ejercer un impacto profundamente perjudicial sobre el desarrollo de una nación. Cuando existe una brecha significativa entre los estratos económicos de la sociedad, se generan tensiones sociales, desigualdades en el acceso a oportunidades y recursos, y se desencadena una disminución en la cohesión social. Estas circunstancias adversas pueden socavar la estabilidad y el progreso del país a largo plazo.
2. La necesidad de reducir las disparidades en la estructura productiva de la economía chilena es de suma importancia. Estas brechas se reflejan en circuitos productivos que presentan notables diferencias en productividad y en las competencias laborales requeridas. La falta de equidad en estos aspectos puede llevar a una distribución desigual de empleos y oportunidades, lo que, a su vez, puede perpetuar la desigualdad económica en el país. Abordar esta cuestión es esencial para promover una economía más inclusiva y sostenible.
3. Es esencial que Chile avance hacia una cultura arraigada en el respeto por la dignidad de cada individuo, en la igualdad de oportunidades y en los valores de justicia y solidaridad social. La creación de una sociedad donde cada persona se sienta valorada y respetada independientemente de su origen socioeconómico es un objetivo digno de perseguir. Además, promover la justicia y la solidaridad social puede ayudar a mitigar las desigualdades y construir un país más unido y equitativo.

En resumen, los argumentos anteriores resaltan la importancia de abordar las disparidades en Chile, no sólo por sus efectos negativos en el desarrollo y la economía, sino también por la necesidad de fomentar una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa con los derechos de cada individuo.

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