Tras un año de pandemia se discuten diferentes propuestas tendientes a otorgar una ayuda de carácter universal a la ciudadanía.
Desde el Ejecutivo y los actores de los partidos políticos que apoyan a la Moneda se ha reconocido abiertamente que se ha llegado tarde con la ayuda. A faltado oportunidad y generosidad, en el camino que buscaba evitar los retiros de los fondos de pensiones.
Y esa fue la gran ayuda que pudo recibir la mayoría de los chilenos, especialmente los de la clase media trabajadora, una autoayuda, que permitió sortear en parte la cesantía, debido el cierre de pymes y la disminución de salarios debido a las restricciones impuestas por las cuarentenas.
Las buenos índices macroeconómicos del país han permitido que la base productiva del país siga funcionando, un ejemplo de esto es el retail, que ha seguido funcionando durante toda la pandemia y que podrá, al momento de los balances mostrar números azules. También se debe destacar al rubro de la minería que con precios récord del cobre se consolida como una de las industrias que continuará expandiendo sus guanacias en la medida que los stocks internacionales comiencen a entrar en fases de producción más acotada, debido a las grandes reservas que posee el país.
Más allá de discusiones de mercado y equilibrios, hoy están sobre la mesa las propuestas de una ayuda más amplia y quizás más oportuna, la del Gobierno sobre ampliar el IFE 2.0 al 100% de inscritos el registro social de hogares, lo que es un primer punto en la negociación.
La Oposición por su parte, basa su propuesta en un trabajo sobre cifras que van más allá de la línea de la pobreza, con una propuesta que bordea los $600.000 para un hogar de cuatro personas. Chile Vamos entregará su propuesta este jueves, pero seguramente no será muy distinta a lo que ya ha propuesto el Gobierno.
La ciudadanía necesita un soporte de manera urgente, millones de personas han visto disminuidos sus ingresos de manera progresiva durante los últimos meses, en tanto han aumentado los precios de los productos de la canasta básica de manera alarmante, se ha encarecido la vida de manera inédita en un corto lapso.
Pero, sobre la mesa están cuestiones que son importantes. Por una parte, una clase política muy desprestigiada, que marca cifras del 2% en las encuestas, debe anteponer esta vez no sus principios ideológicos o acuerdos de partidos, por sobre la necesidad urgente de muchas personas, y actuar de manera proactiva, las cifras que se acuerden deben ser una ayuda real, y no producto de un regateo político, entre un Gobierno que nunca entendió cuales eran las reales necesidades de la población en pandemia, y una oposición que actuó sin la unidad necesaria para hacer valer con más fuerza sus propuestas, como esta de la ayuda universal que fue planteada en marzo del año pasado.
Habrá que ver luego de que esta ayuda sea materializada como se abordarán los costos, porque con algunos instrumentos que se encuentran incluidos en las diferentes propuestas, seguramente se podrá cubrir este gasto, por al menos los cuatro meses de ayuda planteados, pero habrá un porcentaje que será sometido a deuda pública que será absorbido en los próximos años. Será tarea de los próximos gobiernos volver a equilibrar la balanza macroeconómica, pero de una manera más consistente sin basar los equilibrios en que los ganan mucho sigan ganando más. Se deberá trabajar en equilibrios más solidarios que permitan un real desarrollo del país, con mejores salarios y mejores pensiones, un equilibrio que permita una mayor permeabilidad ante desastres como una nueva pandemia o los desastres naturales que cada cierto tiempo afectan al país.