Por María Jesús Villalón, académica Carrera Terapia Ocupacional UDLA Sede Viña del Mar
En el último siglo, la diferencia se ha ido describiendo y encasillado como posibles trastornos o enfermedades, entendiéndose incluso como un problema necesario de erradicar. ¿Sabía que ser zurdo estuvo dentro de las patologías psiquiátricas y las personas homosexuales hasta los años 90 también se encontraban contempladas dentro de los manuales diagnósticos del área?
Las personas autistas somos diferentes, la forma en que percibimos y respondemos a las demandas de la vida cotidiana es distinta, muchas veces actividades que conllevan un gran desgaste para la mayoría de la población son fáciles de realizar para nosotros y, por el contrario, cosas que son simples para otros, pueden llegar a resultarnos muy complejas. Pensar en que nos podemos complementar y aprovechar nuestras potencialidades para construir una sociedad más justa pareciera ser lo más lógico a realizar ¿o no?
Diversas personas del mundo luchan por una comprensión más humana del autismo bajo una perspectiva de derechos. De esta manera, gracias a la colectividad y trabajo colaborativo de diversos activistas autistas, se ha levantado el paradigma y movimiento de la neurodiversidad. Para este no existe un modelo de cerebro, sistema nervioso correcto o estándar al cual aspirar, sino que cada cerebro y configuración neurológica es única y singular, puesto que el valor humano es independiente de las características neurológicas presentes, buscando reivindicar los derechos de las neurominorías, enfocándose en las fortalezas y habilidades antes que en el déficit.
En nuestro país, seguimos bastante lejos de los avances académicos y sociales de otras partes del mundo sobre esta temática, existiendo aún constantes desafíos y barreras para la participación en diversas esferas de la sociedad. Contar con ajustes y apoyos es un derecho por el cual debemos seguir luchando, muchos de los cuales son beneficiosos no solo para las personas autistas, sino que mejoran en general las condiciones de vida de todos quienes participan de aquellos entornos.
El 18 de junio es el Día Mundial del Orgullo Autista, jornada en la que invitaría a repensar nuestras formas de llevar la vida en todos los escenarios para mejorar la accesibilidad, porque pensar en la inclusión de nuestra población bajo las reglas actuales, es solo invitarnos a seguir pasándolo mal.