Por Susana Mayer, Directora Carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente UDLA Sede Viña del Mar
Uno de los principales desafíos que actualmente enfrentamos en nuestro planeta es el cambio climático y sus impactos negativos, destacando la urgencia de proteger y restaurar nuestro único hogar.
Somos responsables del punto crítico en el que nos encontramos, debiendo considerar que la Tierra es nuestro activo más preciado y no podemos seguir explotándola sin considerar la velocidad limitada de renovación de los recursos, muchos de los cuales ya están en peligro de extinción.
Actualmente se llama a las empresas generadoras de productos y servicios a migrar hacia una industria circular, lo que implica la reducción de residuos y emisiones contaminantes al medio ambiente, generar simbiosis industrial, disminuir el consumo de recursos y lograr mayor productividad. Cada una de estas actividades permiten una gestión a favor del medio ambiente, pero ¿cómo podemos asegurarnos de que se están logrando los objetivos? Una opción es alcanzar una adecuada contabilización de entradas y salidas, tanto de materias primas e insumos como de emisiones y productos o servicios.
Sin embargo, el cambio hacia una gestión sostenible no solo es responsabilidad de las empresas, todos debemos contribuir, por ejemplo, reduciendo el consumo de bienes y servicios, lo que provoca un impacto directo en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que a su vez ayuda a frenar el aumento de la temperatura.
El consumo más consciente de los recursos también contribuye a preservar la biodiversidad, manteniendo un ciclo saludable en el medio ambiente. Aunque el crecimiento de la población conlleva inevitablemente a un aumento en la demanda de estos para satisfacer necesidades, es imperativo que se recurra a la tecnología para mejorar la productividad y reducir las emisiones.
Se sabe que las nuevas generaciones aportan una perspectiva fresca y crucial sobre el cuidado del medio ambiente. Pese a ello, hoy debemos actuar colectivamente, esto significa que cada individuo debe contribuir con acciones y esfuerzos, colaborando con otros para lograr un impacto positivo en el medio ambiente.
Aunque el desafío es considerable, como especie debemos adaptarnos a las nuevas realidades y asumir nuestra responsabilidad de proteger nuestro único hogar, la Tierra.