Columna: La crisis de natalidad en Chile y el desafío de revertirla

Por Matrona Ana María Soto Cea
Consejera Regional de la Araucanía
Encargada Programa CHCC Salud Comunal
Diplomada en Gestión Pública/ Diplomada en Salud Familiar
Diplomada en Liderazgo y Gestión de Equipos
Post titulada en Administración de Empresas.

 

Los números que alarman

En 2024, Chile registró solo 154.000 nacimientos, frente a 126.000 defunciones. Con una tasa de 1,03 hijos por mujer, estamos muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2,1). De no actuar, el país enfrentará un declive poblacional acelerado, sumado a un envejecimiento crítico de la sociedad.

Este no es un problema exclusivo nuestro: la tasa global de fecundidad cayó de 5,3 en 1963 a 2,3 en
2022 (Banco Mundial). Corea del Sur, por ejemplo, tiene hoy la tasa más baja del mundo (0,72), pero incluso naciones desarrolladas como España, Italia o Canadá están bajo el umbral de reemplazo.

¿Por qué ocurre?
Las causas son múltiples y profundas:
1. Incertidumbre climática y económica: Según un estudio del Instituto Nacional de la Juventud
(Injuv), el 42% de los jóvenes chilenos no quiere hijos, dos de cada tres lo hacen por temor al
cambio climático. Otros esperan mejorar las condiciones materiales para subsistir de acuerdo
a sus intereses y valores. El problema es que, para muchos, cuando ya quieren hijos, no
pueden tenerlos.

2. Cambios culturales: Las mujeres priorizan educación, carrera profesional y experiencias
personales (viajes, posgrados). El acceso a anticonceptivos y la planificación familiar son
avances, pero también reducen embarazos no deseados.

3. Crisis de parejas: Según el Financial Times, hay un aumento global de personas que optan por
no formar familias tradicionales.

Consecuencias: Un país que se apaga
Si no revertimos esta tendencia, enfrentaremos:
● Sistema de pensiones insostenible: Menos trabajadores activos por cada adulto mayor.
● Presión en salud pública: Mayor demanda de geriatría y menos recursos humanos en sectores
productivos.
● Declive cultural y económico: Menos innovación, menos dinamismo social.

Soluciones: Políticas públicas con urgencia
Para revertir esta crisis, no basta con medidas aisladas. Se necesita un enfoque dual: por un lado,
políticas públicas concretas que faciliten la crianza, y por otro, un cambio cultural que revalorice la
familia como base del desarrollo personal y social.

El Estado tiene un rol irrenunciable: debe crear condiciones reales para que la maternidad y la
paternidad no sean una carga, sino una elección viable. Pero esto no puede quedar solo en manos del gobierno. Empresas, universidades, medios de comunicación y la sociedad en su conjunto deben
comprometerse.

Se trata de un desafío multisectorial:
● El Estado, diseñando políticas con evidencia.
● El sector privado, implementando horarios flexibles y apoyos laborales.
● La academia, investigando soluciones efectivas.
● La sociedad, cambiando la narrativa sobre la familia.
Solo con una alianza estratégica entre todos los actores podremos enfrentar esta crisis y construir un
futuro donde quienes deseen ser padres no encuentren obstáculos, sino oportunidades.

Casos Comparados
Francia: Un modelo integral que celebra la familia
Con una tasa de 1.8 hijos por mujer, Francia lidera en Europa gracias a un enfoque holístico. Las
familias que tienen un tercer hijo reciben reconocimiento público, incluso medallas simbólicas de los municipios. El sistema ofrece una prima por nacimiento y asignaciones mensuales progresivas según el número de hijos. Ambos padres disfrutan de permisos parentales remunerados y flexibles,
complementados con una amplia red de guarderías subvencionadas y educación preescolar gratuita.

Lo distintivo es el ambiente cultural donde la maternidad se valora como contribución social.

Suecia: Permisos extensos y equidad de género
Con 1.5 hijos por mujer, Suecia destaca por su sistema de 480 días de permiso parental remunerado, distribuible entre ambos progenitores. Este enfoque fomenta la corresponsabilidad desde el nacimiento. Las familias reciben además subsidios mensuales hasta que los hijos cumplen 16 años, y el costo de los jardines infantiles se escala según ingresos familiares. La política no solo apoya la natalidad sino que promueve la igualdad en el cuidado.

Alemania: Subsidios directos y flexibilidad laboral
Alemania, con 1.35 hijos por mujer, implementa el «Elterngeld» para padres que reducen su jornada
laboral o dejan de trabajar temporalmente para cuidar a sus hijos y el «Kindergeld», un subsidio
mensual por hijo hasta los 18 años o más si continúan estudiando. A esto se suman deducciones
fiscales para familias. El modelo combina apoyo económico constante con adaptabilidad laboral,
reconociendo las necesidades cambiantes de las familias.

Israel: El poder de una cultura profamilia
Único en la OCDE con 3 hijos por mujer, Israel demuestra que las políticas son más efectivas cuando existe un consenso cultural. Más allá de subsidios generosos y acceso a vivienda, la clave está en que la sociedad ve la maternidad como pilar nacional. Empresas, instituciones educativas y medios refuerzan este mensaje, creando un ecosistema donde formar familia se considera una inversión colectiva.

Casos destacados: Soluciones innovadoras
Islandia ofrece hasta 13 meses de permiso parental pagado, mientras Países Bajos prioriza horarios
flexibles y teletrabajo. Italia implementó un «bono bebé» para familias de ingresos medios y bajos
durante el primer año. Cada solución refleja adaptación a contextos específicos, pero comparten un
principio común: entender que la crianza requiere soporte multidimensional.

Lección para Chile
Estos ejemplos revelan que no existe fórmula única, pero sí elementos recurrentes: apoyo económico sostenido, permisos parentales compartidos, infraestructura de cuidado accesible y, crucialmente, un cambio cultural que deje de ver los hijos como costo individual y los valore como bien social. La pregunta no es si podemos implementar medidas similares, sino cómo adaptarlas a nuestra identidad como país.

Conclusión: Un llamado a la acción
La baja natalidad no es un problema abstracto, es una crisis tangible que amenaza nuestro futuro como sociedad. Para revertir esta tendencia, debemos asumir un compromiso colectivo donde cada sector cumpla un rol irrenunciable.
● El Estado tiene la obligación de implementar políticas concretas que hagan viable la
maternidad y paternidad: desde permisos parentales dignos hasta apoyo económico real y
acceso a tratamientos de fertilidad.
● Las empresas deben evolucionar hacia modelos laborales que concilien productividad con
vida familiar, entendiendo que trabajadores apoyados son más comprometidos y estables.
● Debemos cambiar el imaginario social. Necesitamos dejar atrás la visión que estigmatiza a
quienes eligen ser padres, como si la familia fuera un obstáculo para el desarrollo personal. Se
trata de garantizar que todos quienes deseen formar una familia puedan hacerlo sin enfrentar
barreras injustas.

El camino es claro, políticas públicas audaces, un nuevo pacto laboral y, sobre todo, un cambio
cultural profundo que valore la crianza como aporte esencial a la sociedad. Israel y otros países
demuestran que cuando la familia se convierte en prioridad nacional, los resultados transforman el
futuro

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