Por Lidia Castillo
Directora de la carrera de Kinesiología
Universidad Andrés Bello
En Chile, miles de personas cuidan día y noche a sus familiares mayores que han perdido movilidad. Muchas veces lo hacen con amor, pero sin la orientación necesaria para realizar algo tan cotidiano como un cambio de posición en la cama. Sin embargo, mover a una persona mayor no es una tarea simple: requiere técnica, conocimiento y, sobre todo, conciencia de que un mal movimiento puede generar lesiones tanto en quien es cuidado como en quien cuida.
Como explica Lidia Castillo, directora de la carrera de Kinesiología de la Universidad Andrés Bello, la Organización Mundial de la Salud propone a través de su estrategia ICOPE un enfoque integral del cuidado, que busca mantener la capacidad física y mental del adulto mayor y adaptar el entorno para preservar su autonomía. Dentro de ese enfoque, el simple acto de girar a una persona adquiere un valor terapéutico: previene heridas por presión, mejora la comodidad y protege la salud del cuidador.
Las recomendaciones internacionales son claras: evitar giros bruscos o completos y preferir inclinaciones suaves de unos 30°, usando sábanas deslizantes y el peso corporal, no solo la fuerza de los brazos. También es fundamental cuidar la postura del cuidador, flexionar desde las caderas y trabajar en coordinación, idealmente con ayuda.
Cuidar implica aprender. En un país que envejece rápidamente, enseñar a movilizar correctamente a un adulto mayor es una forma concreta de dignificar el cuidado y de proteger la salud de quienes lo entregan cada día en silencio.










