Dr. Julio Retamales Académico Instituto de Ciencias Naturales UDLA Sede Viña del Mar Investigador Núcleo de Ciencias Ambientales y Alimentarias
Para muchos, la definición de diversidad biológica o biodiversidad suele ser algo bastante simple. Popularmente, este concepto se asocia a la variedad de plantas, animales y microorganismos que habitan en un lugar o un ecosistema. Ahora bien, si incluimos aspectos metodológicos y tecnologías modernas de clasificación taxonómica, podríamos incluir en esta definición las diferentes versiones genéticas que existen dentro de cada especie (variedades, razas, etc.). Pero, independiente de la estrategia que empleemos para estimar esta diversidad biológica o la abundancia relativa que representa cada integrante, las múltiples interacciones que se pueden establecer entre los componentes de esta diversidad biológica son innumerables y prácticamente muy difícil de estimar. Por tanto, cada integrante en esta red de interacción toma un rol único en su entorno particular, ahí está la riqueza del planeta.
Esta abundante red de interacciones biológicas son motivo suficiente para resguardarlas como un patrimonio natural. En este contexto, existe un amplio repertorio de ejemplos que justifican el cuidado de la biodiversidad como un activo natural para el futuro planetario. No solo como una superficie extractivista de recurso alimenticio, de materias primas o espacio turístico, sino más bien, como una fuente de recursos por descubrir, de regulación del clima, de protección frente a desastres naturales o un espacio didáctico para la formación de ciudadanos. Nuestra sobrevivencia en el planeta depende de la diversidad biológica, solo es cosa de citar el rol preponderante que cumplen las abejas en la polinización, ya sea para obtener subproductos, mantener especies vegetales naturales y con ello el sostén de la cadena trófica.
Lamentablemente, nuestras acciones de globalización contribuyen día a día a romper este equilibrio natural del ecosistema. La socialización y educación en esta área y principalmente a temprana edad, sumado a la creación de políticas públicas focalizadas en la protección y preservación de la diversidad biológica y el estudio científico sistemático de la biodiversidad se convierten en el puntapié inicial para el uso consciente, sostenible y equitativo de estos componentes de la naturaleza. Hoy por hoy, declarar un Día Internacional de la Diversidad Biológica pasa desapercibido, debemos impactar lo suficiente hasta que este día no sea necesario de conmemorar, quizás ahí, podamos proyectar nuestra sobrevivencia en este planeta.