Columna: Recordando el 14 de mayo – Día de la Ingeniería

Por Cristián Sánchez, Director de Carrera de Ingeniería Civil en Minas de la U.Central Región de Coquimbo.

Durante la noche del 13 de mayo de 1647, aproximadamente a las 22:30, cuando la mayoría de las personas ya se encontraba en sus casas, un terremoto de 8.5 en la Magnitud de onda superficial (Mw) comenzó a remecer y devastar la zona centro de nuestro país, generando un daño de 400km entre Illapel y Talca.

En esa época, la zona ya contaba con algunas edificaciones importantes como iglesias, viviendas, puentes y caminos, además del desarrollo de ciertas actividades productivas que le permitían a la gente cierto apego y a la vez proyección de desarrollo en la zona. La mayoría de casas, arcos, bóvedas, paredes y muros se construía de madera y también de material de adobe, que es una mezcla homogénea hecha a mano de agua, tierra y paja, creándose una especie de barro, que luego se seca; muy utilizado en el continente desde la época precolombina, y cuyo su uso tiene registro hace más de 10 mil años en zonas con climas diversos alrededor del mundo.

En esos tiempos aún no existían planes de emergencia, electricidad, maquinaria ni tecnología con que se pudiera optimizar el rescate, por lo usando antorchas se trataba de ayudar a los sobrevivientes del desastre. Los resultados del terremoto fueron devastadores, con alrededor de 1000 personas fallecidas y con casi la totalidad de la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura en el suelo. El otoño se hacía presente con lluvias que empeoraron la situación de salubridad, aumentando las muertes por fiebre tifoidea, y que, durante el invierno, se empeoró la situación por nevadas que provocaron inundaciones en diversos lugares de la zona centro.

A pesar de todo el escenario catastrófico por el que les tocó pasar a los habitantes de la época, se llevaron a cabo valerosos esfuerzos interdisciplinarios colectivos, con la exención de impuestos por 6 años. Volver a querer levantarse desde el día siguiente nos habla de un pueblo resiliente que se antepone a las adversidades, y que evidencia una necesaria colaboración y trabajo en equipo. Es este hecho el que nos hace celebrar con mucho orgullo el Día de la Ingeniería durante el 14 de mayo.

Aprovecho entonces de saludar con mucho cariño a todos y todas las profesionales que desarrollan ingeniería en sus diversos roles, cargos y responsabilidades, y que contribuyen día a día al desarrollo de nuestro país y del mundo, logrando productos y procesos innovadores que mejoran la calidad de vida de la humanidad, impactando en la medicina, la astronomía, la electrónica, la informática y la minería, por nombrar sólo a algunos. Un afectuoso saludo también a los que estudian ingeniería y a los que están evaluando estudiarla. ¡Feliz día!

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