Investigadores de la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH) analizaron la situación y entregaron propuestas para intentar resolver algunos de los principales problemas.
Rancagua, 24 de Octubre d e2021.- La agricultura mundial y también de Chile enfrenta enormes desafíos: en el corto plazo, se evidencian los estragos producidos por la pandemia en la mano de obra del sector y las graves consecuencias de la sequía; y a largo plazo, se prevé que para 2050 la demanda por alimentos aumente en 50%.
Según cifras entregadas por Federación de Productores de Frutas de Chile (Fedefruta) más de la mitad de los productores frutícolas tiene entre un 50% y 70% menos de trabajadores para sus faenas en huertos o instalaciones y, a septiembre pasado, se esperaba un déficit de más de 150.000 trabajadores para las tareas críticas. Esta situación, ha obligado a los agricultores a aumentar la oferta de sueldo promedio entre un 20% y 30%, llegando incluso –en un tercio de los casos- hasta un 40% y 50%.
La Tormenta Perfecta
Como si fuera poco, a la escasez de mano de obra se suma otro factor: una mega sequía en la zona central del país.
Según explica Carlos Faúndez, investigador postdoctoral de la Universidad Estatal de O’Higigns (UOH), “si hay menor disponibilidad de agua y no se suple esta demanda transpirativa de las especies, básicamente lo que se produce es una merma en la productividad”.
¿Cuáles son las alternativas?, se pregunta Faúndez. “La Región de O’Higgins y el país debe enfrentar esta crisis con apremio. Se debe incrementar la eficiencia en la conducción de agua por canales de regadío, fiscalizar la extracción ilegal de agua, incentivar el uso de sistemas de riego de alta frecuencia, como riego por goteo (superficial y subsuperficial); mejorar la planificación territorial, incorporando especies frutales con una alta eficiencia en el uso de agua”.
Además, propone realizar estudios hidrogeológicos a las cuencas hidrográficas para saber la cantidad de agua subsuperficial que la Región de O’Higgins actualmente tiene y las tasas de recarga que poseen; además, dice que se deben hacer estudios de contaminación de acuíferos por pesticidas, antibióticos de uso veterinario, agroquímicos, etcétera, “porque ¿de qué sirve una reserva de agua subterránea si está contaminada? Una vez que sepamos la oferta de agua actual y proyectada, se debe comenzar a discutir la cantidad de hectáreas agrícolas que podemos sostener en la región, para hacer un uso sustentable del recurso hídrico”, puntualiza el investigador postdoctoral de la UOH.
La Investigadora UOH Viviana Tudela aclara que “el productor puede escoger tener cierta superficie donde va a regar bien y el resto sacrificarla y, en ese caso, el productor sale al mercado con menor cantidad de unidades, pero con un peso mayor”.
Francisco Duboy, presidente de la Federación de Agricultores de Cachapoal, explica que para esta temporada habrá dos problemas serios. “Uno, sin duda, es la mano de obra. No tenemos ninguna base real para pensar que se podría mejorar de forma importante, lo único que uno supone que podría hacer volver a la gente es que se terminen los bonos, pero entendemos que estos durarán hasta noviembre, pagándose en diciembre”, explica el dirigente.
Ello porque según sus datos, el 92% de los encuestados señaló que los trabajadores temen perder sus apoyos estatales si firman un contrato de trabajo.
Asimismo, de acuerdo con la misma encuesta de Fedefruta, un 49% estima que, de mantenerse la situación de aquí al período estival, tendrá que dejar de cosechar entre un 20% y un 30% de su producción; mientras que un 23% de los consultados, deberá dejar de cosechar entre un 40% y 60% de su producción.
“Yo intuyo que la cosecha de cerezas, para gente que sabe hacer ese trabajo, es bastante mejor que un bono. Por lo tanto, me imagino que la gente dirá, independiente de que tenga o no tenga plata, ‘tengo que aprovechar esta temporada que es corta’ y juntar plata para más adelante, porque los bonos sin duda se van a terminar”, señala Duboy con una mirada más optimista.
Y agrega que esperan que la gente vuelva a sus trabajos habituales, ya que “habrá un mejor nivel de precios de salario, lo cual es bueno y es algo manejado por el mercado, por lo tanto, nadie está esperando a que bajen los salarios para contratar gente, al contrario, están esperando a la gente”.
Cabe destacar que según datos de esta federación en los últimos cinco años se ha visto que el incremento en el costo de mano de obra ha superado el 100% y parte importante de los costos de producción, sobre 60%, corresponde a este ítem.
Aun así, la mirada de la Encuesta Nacional Enadel 2020, en la que participó el Observatorio Laboral de O’Higgins, es algo distinta. Según señalan, el 25% del sector silvoagropecuario tuvo vacantes difíciles de cubrir en el último año, y de acuerdo al 38% de los entrevistados existe “falta de interés por este tipo de trabajos”, en el área silvoagropecuaria específicamente; mientras que un 51,5% dice que las mayores dificultades se deben a la “falta de postulantes”. Asimismo, la encuesta afirma que el 44% de las vacantes de trabajo para este 2021 no exige nivel educacional.
Situación de O’Higgins
Una de las regiones más afectadas por esta situación ha sido O’Higgins. Los productores de los cultivos que necesitan más mano de obra, como es el caso de las cerezas, se verán obligados a hacer grandes inversiones en costo y tiempo para conseguir un nuevo cosechero que les ayude a sacar la fruta que se encuentra madurando en las plantas.
Es un tema no menor, ya que, según cifras oficiales, hasta hace pocos años, de cada diez trabajadores, dos se desempeñaban en el sector agrícola. Hoy, de cada 10 trabajadores solo 1 labora en ese sector.
A esto se suma, que según esperan los economistas, en la medida que se normalice la economía y las remuneraciones de los trabajadores agrícolas vuelvan a sus niveles normales, la mano de obra será aún más escasa, en especial porque sectores como la construcción, los servicios y el comercio, pagan mejor.
Un dato que grafica la crisis del sector en O’Higgins es que hoy se trabaja con un 30% de los trabajadores que había el año pasado. Asimismo, el 2020 la poda –actividad común en la zona- se comenzó en mayo y finalizó en julio, este año comenzó en mayo y, por la escasez de gente, se pretendía terminar recién en el mes de septiembre pasado.