Editorial: Debemos proteger el trabajo constituyente y facilitar la discusión democrática en este proceso histórico

Es más que un deseo. Es un mandato de encuentro para discutir y lograr acuerdos. Pero, acuerdos que sean en beneficio de todos los chilenos.

Esa es el frente de la Convención Constituyente, y ese es su mandato, confluir en un sólo texto con los deseos, esperanzas y sueños de Chile. Estos también son los principios que mueven a la mayoría de los convencionales, quienes en tanto han sido elegidos democráticamente, deben hacer realidad este momento único en la historia de Chile.

Discursos de mayor equidad de género, plurinacionalidad, reconocimiento a los pueblos originarios, apuntan al alma de nuestro país. Un país que definitivamente desechó la cultura del abuso y de un modelo que sometió a todos y todas por más de 30 años.

Nuestro país ya no mira para el lado desde el 18 de octubre, muchas situaciones pasaron a ser intolerables, ya no deben repetirse. Y nuestra Convención es la garantía para que esto suceda, que nuestro país cambie su institucionalidad, aprobando nuevas reglas para los próximos años.

Es tarea de todos defender este interés, debemos exigir transparencia en el trabajo constituyente, debemos exigir que este trabajo sea participativo, que permita dejar atrás a la vieja política siempre movida por sus propios intereses, que abra el camino hacia un desarrollo equitativo, con justicia social y con una democracia activa  que sea un freno natural a los  abusos y que a la vez permita el desarrollo de todas las actividades productivas con respeto  a los recursos naturales y al medioambiente.

Debemos proteger el trabajo de la Convención Constituyente, es tarea de todos informarse sobre lo que se va discutiendo. Es importante saber separar los discursos agrios de un sector que no apoyó este proceso, que voto rechazo y que ha tratado de instalar discusiones etéreas sobre lo que puede o no puede hacer la Convención.

Discursos negacionistas o de odio, provenientes desde cualquier sector, deben quedar fuera, la ciudadanía debe hacerles frente, con un fuerte rechazo. ¿Se debe escuchar?, es la labor fundamental, escuchar, discutir y llegar a acuerdos, pero siempre manteniendo el norte que estos se deben producir para instalar los cambios de fondo necesarios a nuestra institucionalidad.

Los que se suman, harán de Chile un mejor país, los que no, pasaran rápidamente al olvido, como una intrascendente anécdota, en el proceso democrático más importante en la historia reciente de nuestro país.

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